Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
El papel del periodismo en la lucha anticorrupción.
Más de un político se ha quejado, y periodista comentado, que algunas denuncias recientes sobre corrupción buscan demoler candidaturas antes de tener un real objetivo moralizador. Al margen de si se justifican sus quejas específicas, el sentido aparente general de estos reclamos es correcto: la lucha anticorrupción debe ser un fin en sí mismo y no un instrumento político.
Mirko Lauer, por ejemplo, apuntó en su columna del domingo que “es notorio que algunos de los medios del grupo El Comercio han asumido una actitud particularmente dura frente a (Luis) Castañeda. El texto de este discurso es la anticorrupción, pero salta a la vista que en el caso del alcalde hay un celo particular, que no se percibe en el trato a otros precandidatos en liza”. En su opinión, el objetivo sería ayudar a Alejandro Toledo por su antialanismo que, sin duda, no comparte Castañeda.
A su vez, Alex Kouri se quejó anteayer de que la denuncia sobre la venta de terrenos en el Callao a favor de su hermano y de su abogado es un refrito. “Si quieren competir, háganlo en buena lid y no a través de un cargamontón”, señaló.
Este tipo de queja no es novedad. En la elección 2006, por ejemplo, hubo medios que solo denunciaban al candidato Alan García, pero cuando este pasó a la segunda vuelta con Ollanta Humala, voltearon los cañones hacia el nacionalista y dejaron suelto al aprista. Algunos periodistas de este comando hasta reclamaron una condecoración por sus servicios a la nación.
Al margen de si todas estas quejas se justifican, mi sensación es que, antes que ver la motivación detrás de una denuncia, lo más importante es si la acusación tiene sustento, algo que, a veces, viene frágil. Por ejemplo, el comunicado publicado el domingo en varios diarios por William Kallop sobre las acusaciones a Petrotech deja en mal pie a varios de sus denunciantes y constata, en algunos casos, una motivación política obvia.
En este sentido, no les falta razón a quienes demandan al periodismo tener una política editorial e informativa consistente, que es la que debiera exhibir cualquier medio de comunicación que respete su oficio. Esto quiere decir que si un medio declara embarcarse en la lucha anticorrupción, debiera denunciar a todos los políticos que cometan fechorías y no solo a los que tienen un ideario y posición antagónicos.
Es decir, que el periodismo independiente debería tener una actitud ‘caiga quien caiga’ y que sea parte de un esfuerzo permanente con un objetivo moralizador en sí mismo, en lugar de servir –como ocurre con frecuencia– como instrumento al servicio de una causa política para demoler candidaturas discrepantes con nuestras ideas.
Fuente:
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20100602/8/node/269892/todos/15
La lucha contra la corrupción no debe tener partido. Los actos de corrupción afectan a todos los peruanos sin distinción de clase, por que los hechos, aparte de impedir el pleno desarrollo de nuestra sociedad, nos presenta ante el mundo como a un país sin reserva moral en donde la delincuencia gobierna nuestros destinos (ASACLC).
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